Cabezo Llerosos desde la ladera de los Cuetos del Trave. La canal de
Saigu llega hasta los Arandanales (zona velada por la nube). Desde los
Arandanales asciende, con cierta tendencia hacia la izquierda, la canal
de Fuentes de Rama.
En la vertiente meridional de Llerosos, al este de las Avareras, se
abre la canal de Saigu, una de las más duras y desconocidas de la
garganta del Cares.
Si miramos el mapa, veremos que Saigu asciende vertiginosamente
desde la senda del Cares hasta el verde circo de los Arandanales, unas
inclinadísimas y amplias pendientes herbosas.
Llegando a la canal de Saigu desde Caín. Se aprecia el sendero que la atraviesa, a su altura cambiaremos de vertiente.
Empezamos Jesús y yo a recorrer desde Caín, los 6,5 km que separan el inicio de la ruta del Cares y el comienzo de la canal del Saigu (430 m).
Hacia el Cueto Argumoso.
Empezamos a subir por la izquierda de la riega. Pero enseguida, a la
altura de una senda que atraviesa la canal (460 m, 0,1 km), cambiamos de
orilla. Continuamos durante un buen rato por esta mano, donde dominan
las pendientes de hierba salpicadas por algunos pedreros. Toda esta zona
baja de la canal de Saigu se denomina el Robro.
Al principio, la pendiente es muy fuerte, pero, enseguida, se
amansa algo y la progresión, aunque esforzada, se hace más llevadera.
En el lateral derecho de la canal. Al fondo, la canal de Estorez.
De la base del Cueto Argumoso, se proyecta hacia nosotros una verde morrena, en cuyo arranque confluyen ambas canales.
En rojo, el itinerario desde la riega al primer sedo. Se trata de un
itinerario razonable, pero no podemos afirmar que sea el mejor posible.
La perspectiva resulta muy engañosa: las pendientes son muy fuertes.
Saliendo del pedrero en dirección a la morrena.
En cuanto el terreno lo permite, abandonamos el pedrero para orillarnos
aún más a la morrena. Una faja de terreno con abundante vegetación
permite progresar con relativa facilidad.
La fuerte pendiente de hierba que antecede al primer sedo.
Por fin, la fortísima y resbaladiza pendiente de hierba termina (1.070
m, 2 km). Respiramos aliviados. Solo hay un pequeño problema: que acaba
al pie de unos farallones inexpugnables (la oquedad que veíamos desde
abajo). Eso es, al menos, lo que nos pareció cuando, sin resuello,
llegamos hasta allí.
A nuestra derecha, una rampa (llamémosla primer sedo), fácil (muy fácil
comparándola con lo que habíamos pasado), salvaba el anfiteatro rocoso y
accedía a una canalilla herbosa.
El primer sedo.
Llegando al primer sedo.
En el primer sedo.
Salvado el sedo, cruzamos la canalilla herbosa para ganar el hombro que
tenemos enfrente (1.110 m, 2,1 km). El terreno sigue siendo muy
pendiente y expuesto, pero conserva trazas de sendero y resulta algo más
fácil que el anterior.
La travesía de la canalilla herbosa.
En la travesía
Justo por encima del hombro se alza el sedo de los Arandanales. Hay que
describir una pequeña curva hacia la derecha y subir unos metros para
alcanzar la base del sedo.
El sedo de los Arandanales.
El sedo de los Arandanales discurre por un muro de buena roca con
abundantes presas (II/II+), que se supera describiendo cortos zigzags.
En su parte alta, todavía permanece, perfectamente encajada en una
fisura, la herradura que los pastores utilizaban para asegurar el paso.
Desde la herradura, todavía hay que trepar algunos metros para
acabar de remontar el sedo. Se puede tirar hacia la izquierda o hacia la
derecha; no sabríamos decir cuál es la mejor opción, aunque, por la
abundancia de agarres, es posible que los pastores treparan hacia la
derecha.
La herradura del sedo de los Arandanales.
Las dificultades, que no la dureza, terminan al llegar a los Arandanales
(1.180 m, 2,2 km). De justicia es que, antes de proseguir, rindamos
tributo a los pastores que subían hasta aquí con sus rebaños para
aprovechar los verdes pastos que medran en estas pinas pendientes.
Iniciando la canal de Fuentes de Rama, con los Arandanales de telón de fondo
La verde canal de Fuentes de Rama continúa ascendiendo, con rumbo
noroeste, por el borde occidental de los Arandanales. Su pendiente es
fuerte, pero ya no hay necesidad de ayudarse con las manos, salvo en
algún tramo puntual.
La muria que separa las dos partes de Fuentes de Rama.
Más arriba (1.410 m, 2,7 km), la canal hace un escorzo hacia la derecha.
Unos metros más allá, nos topamos con una muria que impide al ganado
penetrar en la parte abismal de Fuentes de Rama.
Las suaves pendientes de la segunda mitad de la canal de Fuentes de Rama.
A partir de aquí, la pendiente suaviza y, si no fuera por el cansancio
acumulado, diríamos que ya solo nos queda un largo pero placentero paseo
hasta la horcada de los Bueyes (1.696 m, 3,7 km), desde donde no se
tarda gran cosa en llegar a Llerosos (1.795 m, 4,2 km).
La horcada de los Bueyes.
En la cima de Llerosos, el paisaje, como siempre, es espectacular.
El
descenso al Cares lo hicimos por la Canal de Culiembro. Una vez en la
senda del Cares vuelven a mi cabeza las imágenes de la canal del Saigu y
las extraordinarias vistas desde Cabezo Llerosos y no puedo evitar
pensar en aquellos pastores que no por gusto como nosotros, si no por
obligación, subían por esas interminables y peligrosas pendientes para
aprovechar el verde pasto para su ganado.
La majada Beresna
La vega las Fuentes
Abajo, Ostón se asoma al Cares.